que ya no vuelves para quedarte por culpa de haber sido escribiente de zapatillas azules de aquel hijo del viento. Y rasúrate bien, hacia el sinregreso. Ahórcate con todos los -no pasa nada-
Ajusta bien en tu espejo el collar de llamadas perdidas. que sangra. que sangra aunque tú no lo oigas gotear. hasta el sombrero de Beckett luce ahora goteras ojerosas, de haberse empachado de telerrealidad; de atargantarse en el abrazo a la nada puesta en el altar de los falsos ritmos coronarios. el estilo se tragó al corazón. los versos mil veces vencidos que adecuan tu mirada. las balas que sangran los silbidos de la prisa en el deshojado cobertizo cuando alguien huele el único arbol verde. los rincones que el domingo nos esconde entresemana. las ventanas aladas que se tejió a si misma la Venus de Milo. olor a papel caído que se despierta y pregunta la tarde: que rayo de sol nos ha robado el azucarillo destripado de la infusión ilusa¿?
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