
No existe razón ni cábala para vernos sin tocarnos, para seguir a los demás. Unos ojos que miran atentamente a la nada sirven de coartada perfecta, de acercamiento hasta que nuestras narices se vuelvan siamesas. ¿Hace cuanto no ves caer la lluvia desde tus pupilas? Algo inexplicable, locura y caos, la tarde en que fui a buscarte junto al sol. Por que nada en este mundo se hizo a mi medida, el viento enfurecido entrelaza mi pelo y el tuyo. Por eso estoy tan perdido en una banqueta de la existencia, como espectador fantasmagórico de un tiempo pasado y lúgubre. Quien tiene viejo el corazón y un papel de palidez apagada para huir, como excusa inacabada. Se me clavan los dientes de la luna en sombras, se me olvidan los cuentos que viví, como mariposas. A veces un sueño me devuelve a la vida. A veces despierto en ti , entonces me palpita el corazón enterrado en tu ombligo y se levanta en armas mi desesperación y me olvido hasta de ti. Y ato con palabras que sabré querete, hoy también. Sólo espero que sepas nadar entre los susurros y callejones de mis dedos. Fíjate bien donde lloras, pues puede ser irrecuperable tan lagrimal respuesta al mundo. El cerrar de la persiana lastima sin tu desnudez en las sábanas. No digo nada, sólo soy un nómada de nuestro final, de un charco de sangre por el que discurre la vida. Despierto y muero.
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