
Los pimientos tenían fama de rabiosos. Y en un principio eran todos rojos como cuando pasan mucho tiempo en la playa y sin sombrilla los piojos. La fama les precedía por que todo el mundo al que le gustaba cuchichear parecía saber que, sin ser necesariamente de Padrón, los pimientos unos pican y otros no.
Los pimientos eran rojos como las fresas, o al menos casi casi rojos como ellas.
Un buen día, bien temprano un pimiento, justo a la salida del invernadero se vio tan acalorado que se le empañaron las pupilas y de enfado, después de tropezar con una silla le puso a una fresa la zancadilla.
La fresa cayó de morros como si le dieran un empujón, y aunque el suelo quedó muy contento de aquel beso, el pimiento, de que no sabemos si era o no de padrón, no se disculpó.
La fresa muy muy descontenta e indignada con la afrenta de la ausencia de disculpa se enfadó echándole la culpa en voz alta a todos los familiares de la pimienta. Lo que no sabía la fresa era que por aquellas últimas navidades los pimientos había recibido el regalo de unos enormes guantes de boxeo, que apresurados los demás pimientos se pusieron apretados rodeando con descaro amenazante a la pequeña fresa.
La fresa lejos de acobardarse se acercó mucho a ellos, muy rabiosa con su tristeza orgullosa de haber sido empujada y ahora amenazada.
Por si no lo sabéis, las fresas no son totalmente rojas, tienen en su piel diminutas pecas verdes que delatan la niñez que llevan dentro y no han perdido, en forma de varicela entre su suave piel roja.
Los pimientos eran rojos como las fresas, o al menos casi casi rojos como ellas.
Un buen día, bien temprano un pimiento, justo a la salida del invernadero se vio tan acalorado que se le empañaron las pupilas y de enfado, después de tropezar con una silla le puso a una fresa la zancadilla.
La fresa cayó de morros como si le dieran un empujón, y aunque el suelo quedó muy contento de aquel beso, el pimiento, de que no sabemos si era o no de padrón, no se disculpó.
La fresa muy muy descontenta e indignada con la afrenta de la ausencia de disculpa se enfadó echándole la culpa en voz alta a todos los familiares de la pimienta. Lo que no sabía la fresa era que por aquellas últimas navidades los pimientos había recibido el regalo de unos enormes guantes de boxeo, que apresurados los demás pimientos se pusieron apretados rodeando con descaro amenazante a la pequeña fresa.
La fresa lejos de acobardarse se acercó mucho a ellos, muy rabiosa con su tristeza orgullosa de haber sido empujada y ahora amenazada.
Por si no lo sabéis, las fresas no son totalmente rojas, tienen en su piel diminutas pecas verdes que delatan la niñez que llevan dentro y no han perdido, en forma de varicela entre su suave piel roja.
Tan cerca se puso la fresa que el grupito de los pimientos peleones se quedó paralizado y varicelado de por vida hasta los genes.
Todavía descontenta por la falta de compostura colectiva de los pimientos y de la incordura de la agresión sufrida nuestra fresa acometió una acción casi suicida para la cual la pandilla de pimientos no estaba prevenida:
Puso en marcha velozmente su vergonzosa dentadura y mordisqueó a los pimientos dolorosamente en la comisura de ambos labios. Éste gesto repetido le causó un terrible ardor a nuestra fresa debido al picor que le llegó hasta su invisible niñez que llevaba dibujada en la mirada.
Y es por eso que hoy en día existe aún una fresa miope, y los pimientos son algunos tan tan verdes de esa varicela contagiada y otros tan tan rojos de la memoria avergonzada por la zancadilla en forma de patada que dejó estirada y abrazada al suelo a una fresa desmemoriada, que todavía a veces deja olvidadas sus gafas.
Todavía descontenta por la falta de compostura colectiva de los pimientos y de la incordura de la agresión sufrida nuestra fresa acometió una acción casi suicida para la cual la pandilla de pimientos no estaba prevenida:
Puso en marcha velozmente su vergonzosa dentadura y mordisqueó a los pimientos dolorosamente en la comisura de ambos labios. Éste gesto repetido le causó un terrible ardor a nuestra fresa debido al picor que le llegó hasta su invisible niñez que llevaba dibujada en la mirada.
Y es por eso que hoy en día existe aún una fresa miope, y los pimientos son algunos tan tan verdes de esa varicela contagiada y otros tan tan rojos de la memoria avergonzada por la zancadilla en forma de patada que dejó estirada y abrazada al suelo a una fresa desmemoriada, que todavía a veces deja olvidadas sus gafas.
3 comentarios:
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