31 de enero de 2008

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Yo, yo que te querría incluso cuando se acabara el sol, apagado, con todas las luces de tu barrio y el mío. Que enredaría besos con cada uno de tus pelos. Que me perdería en tu nuca de una vez para siempre. Que dormiría todas las noches en tu ombligo, tierra prometida que te pertenece. De mis manos haría una noche de otoño y primavera dentro de ti. Que arrojaría a tu piel un abrazo que no terminase hasta el día siguiente, como si fuera al mar. Que volvería a ser un niño en cada uno de tus lunares, niño feliz cada vez que me enseñases la lengua. Que dibujaría tus clavículas a besos desordenados. Yo, que te pido permiso para soñar contigo, esperando despierto. Que tengo miedo hacia ti. Que te llamo con palabras desnudas para vestirlas de ti. Que empañaría tu mirada para dibujar en ella con mis manos flores de otros mundos. Que me vestiría de tu risa un día y otro, para memorizar su sabor. Que devoraría tu llanto con cosquillas en tu espalda. Que dejaría que tu mano agarrada a la mía me calase hasta los huesos. Que limaría tus tristezas haciendo malabares con las injusticias de este mundo, hasta inventar uno nuevo. Que haría de tus caderas mi única patria. Que encontraría dentro de mi un ramo violeta de suspiros para esconderlos bajo tu almohada con cada despertar. Que haría de tu nariz la montaña rusa por la que tirarme al vacío de tu piel gritando libertad. Que encadenaría mis besos a los tuyos. Que repondría las migas perdidas de tu alegría cada vez que te viese. Que enmarcaría tu mirada en mi memoria para no perderla nunca de vista. Que teñiría mi sangre de tus suspiros. Que sobrevolaría tu tacto siempre con tu permiso. Que encontraría en ti mi laberinto preferido para esconderme. Que dejaría que solo tu me encontrases. Que bebería el dulce cóctel de tus pezones y mis labios cada madrugada. Que te enseñaría como besan los esquimales si tú quisieras. Que respondería con un sí a cada caricia tuya. Que querría viajar en cada uno de tus bolsillos hasta tu cama. Que haría de tus ojos mi testamento para vivir siempre en ellos. Que me aprendería tu piel de carrerilla y susurros. Que gritaría tu nombre en cada pared. Que cifraría estas letras para que solo tu las entendieses. Que fabricaría una fotografía escrita para cada uno de tus parpadeos. Yo, que te pediría que hicieras de mi tu adicción predilecta.

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